Gobierno Trump declara a Cuba “Estado patrocinador del Terrorismo”

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El presidente de EE.UU., Donald Trump, y el secretario de Estado Mike Pompeo. Foto: Jonathan Ernst/ Reuters.

Enfermiza obsesión: Gobierno Trump declara a Cuba “Estado patrocinador del Terrorismo”

 

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Gobierno de Los Estados Unidos intenta imponer obstáculos a relaciones con Cuba

Estados Unidos anunció el lunes, a nueve días de la salida del poder del presidente Donald Trump, que volvió a incluir a Cuba en la lista negra de “Estados patrocinadores del terrorismo”, de la cual había sido retirada por Barack Obama en 2015.

“Con esta medida, volveremos a responsabilizar al gobierno de Cuba y enviaremos un mensaje claro: el régimen de Castro debe poner fin a su apoyo al terrorismo internacional y la subversión de la justicia estadounidense”, dijo el jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, en un comunicado.

El secretario de Estado, Mike Pompeo, anunció la decisión citando en particular que Cuba sigue albergando a refugiados estadounidenses y apoyando al líder venezolano Nicolás Maduro.

Es uno más de los movimientos de último minuto que está haciendo la administración Trump antes de que Biden asuma el cargo el 20 de enero.

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Sacar a Cuba de la lista negra fue uno de los principales logros de política exterior del expresidente Barack Obama en su búsqueda de mejores relaciones con la nación del Caribe, un esfuerzo respaldado por Biden como su vicepresidente. Los lazos estaban prácticamente congelados desde de que Fidel Castro asumió el poder en 1959.

La decisión de la lista de terrorismo sigue a meses de revisión legal y algunos expertos del gobierno cuestionaron si estaba justificada, dijo una fuente a Reuters.

Se necesitarían largas deliberaciones legales para que el presidente electo Joe Biden pueda revocar la designación, según esa fuente

El republicano Trump ha tomado medidas drásticas contra Cuba desde su llegada al poder en 2017, endureciendo las restricciones a los viajes y a las remesas desde Estados Unidos e imponiendo sanciones a los envíos de petróleo venezolano a la isla.

La política de línea dura hacia Cuba de Trump fue popular entre la gran población cubano-americana del sur de la Florida, ayudándole a ganar el estado en noviembre, aunque perdió las elecciones contra el demócrata Biden, que fue el vicepresidente de Obama.

Biden dijo durante la campaña electoral que revertiría las políticas de Trump sobre Cuba que “han infligido daño al pueblo cubano y no han hecho nada para promover la democracia y los derechos humanos”.

(Con información de AFP, AP y Reuters)

 

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La administración de Donald Trump «pretende minar el camino de la política internacional antes de salir por la puerta trasera de la historia mundial.

Pompeo y el último zarpazo del trumpismo contra Cuba

 

Que la mentira es parte indisoluble del quehacer político de Estados Unidos para enfrentarse al mundo, no es descubrir algo nuevo, porque eso ha sido el agua tibia de sus métodos y procederes, especialmente en los cuatro últimos años, los de la administración de Donald Trump.

Ahora, cuando apenas le quedan días en la Casa Blanca y su infantería terrorista ha sembrado el caos a lo interno con el fracasado asalto al Congreso, el secretario de estado Mike Pompeo se dedica a sembrar bombas de tiempo en la política exterior y busca «enemigos» y «terroristas» en cualquier longitud y latitud del planeta.

Por historia oprobiosa de querer tenerla bajo su férula y control político-económico, y por cercanía, cuando miró al sur se encontró con la Cuba respondona que acaba de cumplir 62 años de Revolución, así que seguramente pensó, «a darle un último apretón a la soga para ver si logramos ahogarla de una vez por toda».

El señor Don Pompeo sacó la libreta de calificaciones y puso a Cuba en la lista de «países patrocinadores del terrorismo», junto a Siria, Irán y Corea del Norte.

Subía la parada de la mentira, porque recordemos que en mayo pasado notificó al Congreso que Irán, Corea del Norte, Siria, Venezuela y Cuba fueron certificados «conforme al artículo 40A(a) de la Ley de Control de Exportaciones de Armas (Arms Export Control Act) como países que “no cooperaron plenamente” con los esfuerzos de EE. UU. contra el terrorismo durante 2019».

De 1982 a 2015, Cuba estuvo en esa espuria lista, una de las muchas inventadas por Estados Unidos para buscarse los pretextos que «legalicen» su política de bloqueo y sanciones, el registro de «países patrocinadores del terrorismo».

El cinismo del secretario de Estado y ex jefe de la CIA se hace patente, cuando Cuba y su pueblo han sido víctimas del terrorismo de Estado ejercido para los intereses de Washington por los peones contrarrevolucionarios de origen cubano organizados y entrenados por la CIA, desde 1959.

Si hablamos desde la explosión del vapor La Coubre, aunque no fue el primer acto vandálico de esa guerra, hasta la ola de bombas en los hoteles cubanos para perjudicar el turismo en 1997 en que murió el italiano Fabio Di Celmo, hay un intermedio en el que ocurrió la invasión por Playa Girón, la barbarie del sabotaje a la nave comercial de Cubana de Aviación en Barbados y los ataques bioquímicos de la fiebre porcina y del dengue hemorrágico, por citar algunos de las más importantes, letales y dañinas agresiones en que perdieron la vida 3 478 mujeres, hombres y niños y 2 099 quedaron discapacitados.

Hipocresía del doble rasero

Con razón, el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, al denunciar la decisión anunciada por Pompeo este lunes 11 de enero, la calificó de hipócrita, porque marca el doble rasero estadounidense sobre el tema, tal y como también lo han hecho personalidades políticas norteamericanas, que advirtieron desde días antes lo que estaba programado como sprint final de un fatídico cuatrienio trumpiano.

Comunidades, organizaciones e instituciones religiosas de Estados Unidos exponían el carácter político de la injustificada medida, a la que llamaron cruel porque dañaría al pueblo de Cuba y, por supuesto, a las familias y congregaciones religiosas en el archipiélago caribeño.

Citaba esa denuncia, como hicieron otras más, las afectaciones económicas que facilitara esta acción de ahora, que se une a una cadena de operaciones anticubanas con las cuales se ha obstaculizado al comercio nacional con terceros países, desalentado la inversión extranjera, cerrados los intercambios culturales, científicos y educacionales, junto a los perjuicios a las remesas familiares y todas las operaciones que han hecho para tratar de evitar la llegada de petróleo a Cuba.

¿Qué ha hecho en el caso cubano el Pompeo trumpiano, cerebro maquiavélico que ha ido entorpeciendo en general las relaciones internacionales estadounidenses?

Se ha dedicado a reducir a la nada los avances en el campo diplomático y en otros de interés común y mutuamente beneficios entre Washington y La Habana, logrados con la decisión de los entonces presidentes, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, y Barack Obama, a partir de la reanudación de las relaciones diplomáticas, pasos significativos hacia una relación civilizada que en algún momento podría llevar a mejores frutos, cuando se elimine totalmente el bloqueo a Cuba.

Queda claro que ese retorno a viejas y obsoletas políticas de enfrentamiento, en versión corregida y aumentada, buscan ponerle difícil el camino a la nueva administración Biden, en cualquier propósito o intento de recuperar lo logrado con el demócrata Obama.

Una maniobra artera que cubre también a otras naciones o políticas. Apenas citemos el contubernio con el apartheid sionista de Netayanhu contra el pueblo palestino; el quebrantamiento del acuerdo nuclear con Irán y las constantes y peligrosas provocaciones contra Teherán; el rechazo al Acuerdo de París sobre el Cambio Climático; el desprecio a las instituciones de las Naciones Unidas como la Unesco y el Comité de Derechos Humanos…

Denuncias en EE. UU. del oportunismo

Como dijo el canciller Bruno Rodríguez en un tuit-denuncia de esta última decisión contra Cuba: «El oportunismo político de esta acción es reconocido por todo el que tenga una preocupación honesta ante el flagelo del terrorismo y sus víctimas».

De ahí que varias voces se han pronunciado en Estados Unidos ante la gran mentira.

El senador por Vermont, Patrick Leahy declaró:

«Esta designación descaradamente politizada se burla de lo que había sido una medida creíble y objetiva del apoyo activo de un Gobierno extranjero al terrorismo.  Aquí no existe nada remotamente así. De hecho, el terrorismo interno en Estados Unidos representa una amenaza mucho mayor para los estadounidenses que Cuba.  El secretario Pompeo ha defendido con rectitud los peores fracasos de política exterior de Donald Trump, y al salir por la puerta parece decidido a hacer las cosas lo más difíciles posibles para su sucesor».

Similares pronunciamientos hacían Ben Rhodes, comentarista político y ex consejero adjunto de Seguridad Nacional de Barack Obama, y el presidente de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, Geoff Thale.

El fracasado secretario de Estado, ya en retirada, dijo que la decisión obedece a que La Habana «proporciona reiteradamente apoyo a actos de terrorismo internacional al garantizar puerto seguro a los terroristas». Grosera en extremo la declaración, ante la que mi abuela, que no tenía pelos en la lengua, calificaría así: «como el curro del cuento: lo han hecho para joder….».

Trump y Pompeo: Dos mofetas terroristas contra el país patrocinador de la solidaridad

 

Desechos por la derrota que sufrieron en las elecciones del pasado 3 de noviembre, el saliente mandatario de EE.UU., Donald Trump, y el próximamente despedido secretario de Estado, Mike Pompeo, son hoy dos mofetas terroristas agresivas contra Cuba, el país que siempre ha patrocinado la solidaridad.

Ambos cadáveres políticos, que aún alucinan con ser los dueños del planeta tierra, siguen obsesionados con la Revolución cubana porque soñaron con derrocarla durante su perversa y truncada permanencia en la Casa Blanca, y no lo lograron como tampoco lo pudieron hacer todos sus predecesores en los últimos 60 años.

Trump y Pompeo, conocidos incitadores de la violencia, el uso de la fuerza y los golpes de Estado en EE.UU. y en el mundo, decidieron incluir nuevamente a la mayor de las Antillas en la lista espuria de Washington de naciones patrocinadoras del terrorismo.

Tal determinación no es otra cosa que un síntoma clásico de los estertores de la muerte que padecen ambos, y de la impotencia que los tiene en estado terminal sin cura por no haber podido con Cuba, pese a que le arrecieron el bloqueo y las agresiones a la isla, en medio de la pandemia de la Covid19.

Se van muy pronto al lugar que les toca, al basurero de la historia, y como muy bien se dice en castellano, con la cola entre las piernas, además de despreciados por la humanidad y sus propios compatriotas.

Saben muy bien también que su destino puede ser incluso peor, dado que razones hay para sentarlos en el banquillo de los acusados, y juzgarlos por crímenes de lesa humanidad en un tribunal internacional.

Cuba, en cambio, goza del mayor prestigio de su historia porque a pesar de la postura agresiva y el cerco que le impone Washington, ha demostrado ser una vez más una nación patrocinadora de la solidaridad, de la salud, de la colaboración y del humanismo.

Mientras Trump y Pompeo son responsabilizados con la muerte de miles de estadounidenses a causa de la Covid19, la mayor de las Antillas es
reconocida por salvar miles de vidas en numerosos países de todos los continentes con sus brigadas médicas internacionalistas que han enfrentado la pandemia donde se les ha solicitado.

Por supuesto que esa conducta de Cuba le duele mucho a los muy pronto desempleados de la Casa Blanca, y esas mofetas terroristas quieren obstaculizarle el camino a la próxima administración del presidente, Joe Biden, en sus futuras relaciones con la isla antillana.

Sin embargo, Biden puede echar por tierra esa vieja y fracasada política una vez asuma las riendas de Washington, e iniciar una nueva etapa en los vínculos entre ambos países vecinos que ponga fin a seis décadas de hostilidad y bloqueo criminal contra los cubanos.

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Cuba se opone al terrorismo: ha sido víctima de este flagelo, nunca patrocinadora

La vieja historia del terrorismo contra Cuba… y las listas arbitrarias

Muchas han sido las agresiones y actos terroristas que Estados Unidos ha realizado contra Cuba. El más bestial, la voladura de la nave de Cubana de Aviación en Barbados, una lista de 73 personas. Pero aún ese Gobierno insiste en acusaciones de total cinismo

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Cuba es víctima y no patrocina el terrorismo.  Estados Unidos miente deliberadamente sobre Cuba

SU nombre no ha quedado en mi memoria —no éramos condiscípulas en la misma aula en la Havana Business College en 1960-1961—, sin embargo nunca se me ha borrado la figura de aquella muchacha alta y delgada, porque iba permanentemente vestida de un negro cerrado que no encajaba con su edad de adolescente, pero encuadraba perfectamente con su tristeza, y sobre todo no olvido el motivo de su luto: su padre era uno de los estibadores del puerto de La Habana que había muerto en el atroz sabotaje al buque La Coubre en marzo de 1960. Cuando se menciona la palabra terrorismo, siempre recuerdo esa imagen de desamparo paterno.

Desde el mismo momento en que los cubanos decidimos darnos una Revolución, mantenerla, compartirla y desarrollarla, de manera tal que no tenga freno ni parada, hemos sido un pueblo en la mirilla de un Estado practicante del terrorismo. Lista larga la de esas acciones contra Cuba procedentes de arsenales y manuales de guerra de Estados Unidos.

La más reciente: el artero ataque contra la Embajada de Cuba en Washington por un individuo a quien pretenden presentar como un enfermo mental acosado por los miedos a la seguridad cubana, cuando están presentes a diario declaraciones de altos funcionarios de la administración de Donald Trump que instigan al odio y a la violencia contra Cuba, y una cosa lleva a la otra como denunció el canciller, Bruno Rodríguez, en su conferencia virtual.

La agresión sucedió en la madrugada del 30 de abril en una importante avenida de Washington D.C. donde concurren otras sedes diplomáticas, y a relativamente poca distancia de la mansión ejecutiva, ocupada ahora por Donald Trump, la Casa Blanca. y aunque sus pintadas en la bandera de la estrella solitaria pudieran parecer faltas de coherencia, una de ellas  dejaba clara la autoría intelectual del evento delictivo: «Trump 2020».

Al mismo tiempo, el Departamento de Estado —que ha optado por un mutismo total sobre el grave atentado terrorista ejecutado por Alexander Alazo Baró—, intenta ahora desviar la atención de sus medios nacionales y los internacionales, poniendo a Cuba en la lista de países que no colaboran con la lucha antiterrorista, cuando el verdadero delincuente terrorista ha sido y sigue siendo Estados Unidos, como parte de su instrumental de guerras sucias.

Como sé más por vieja y  por lo que he vivido, presenciado, visto u oído, que por lo leído, me sobran razones, como a cientos de miles de cubanos, para saber dónde está la mano de los asesinos, quién la agita, la emplea, le paga, le brinda impunidad…

Y han sido muchas las alternativas empleadas: eran petardos en los cines y escuelas, quemas de cañaverales, incendios en centros laborales ya en manos de los trabajadores, la terrible muerte de Fe del Valle en la quema hasta sus cimientos de la más lujosa tienda por departamentos del país, El Encanto, preludio de una invasión armada mercenaria que tronchó la vida de inocentes campesinos cenagueros a los que la Revolución transformaba en seres humanos, a milicianos obreros y campesinos gloriosos caídos en defensa de sus conquistas, a los «veteranos» de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional fogueados en el Ejército Rebelde.

Le precedieron bombas sobre centrales azucareros desde el mismo año 1959 y continuaron durante la década de los 60 del pasado siglo, para eso y mucho más crearon un grupo paramilitar en la Agencia Central de Inteligencia, institución que ha estado estrechamente vinculada con esa guerra permanente, y que dirigió desde el 23 de enero de 2017 hasta marzo de 2018 Mike Pompeo, el actual secretario de Estado, uno de los «mudos» de la administración trumpiana respecto al ametrallamiento de la embajada de Cuba en Washington.

Lo dijo él mismo durante una entrevista en la Universidad de Texas A&M, recordando su etapa en la CIA: «Yo era el director de la CIA. Mentimos, engañamos y robamos. Teníamos hasta cursos de entrenamiento»… «Era como si tuviéramos todos los cursos de capacitación», y fue recibido con risas y aplausos.

Pero estamos haciendo historia necesaria, y vastos fueron los blancos para los ametrallamientos desde lanchas piratas procedentes de la Florida contra caseríos de pescadores, como el holguinero Boca de Samá, o el terrible incendio del círculo infantil Le Van Than, que puso en peligro la vida de más de 500 pequeños.

Diversa y larga lista y un cordón umbilical

Que nadie olvide, y el que no vivía entonces, lo conozca ahora: el arsenal terrorista era y es amplio.

En la década de los años 70 fueron plagas y enfermedades esparcidas desde avionetas. Se cuentan 13 las enfermedades de plantas, animales y seres humanos: la roya de la caña, el moho azul del tabaco, la broca del café, el thrips palmi en los cultivos de papa, frijol, pimiento, pepino, habichuela, berenjena, el ácaro del arroz.

También llegaron la fiebre porcina y el dengue hemorrágico.

Así que no esperemos sentados la declaración pública de condena o rechazo a este ataque terrorista. Hay que denunciarlo una y otra vez para que la verdad se abra paso en el marasmo que crea un silencio cómplice. Sin comillas que aporten duda, un SÍ rotundo y en mayúscula: Cuba es una de las principales víctimas del terrorismo de Estado, organizado, financiado y ejecutado por EE. UU., la guerra más prolongada del imperio, junto al bloqueo económico, comercial y financiero. Y no tenemos necesidad de inventar ningún pretexto para anunciarlo y denunciarlo a los cuatro vientos.

Hay otros atentados a embajadas, consulados, diplomáticos, personal y colaboradores cubanos en el mundo. El más bestial, la voladura de la nave de Cubana de Aviación en Barbados, una lista de 73 personas, a las que se unen nombres como el de Adriana Corcho Calleja y Efrén Monteagudo Rodríguez, en atentado dinamitero a la Embajada cubana en Portugal.

Estados Unidos, y más preciso dentro de su geografía, Florida y New Jersey, han sido dos estados de ambientes permisivos para que los terroristas de la Agencia Central de Inteligencia mantengan presencia, vida tranquila de agentes activos o retirados, y total inmunidad e impunidad. No es pequeña la lista que pudiéramos encabezar con Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, pero también Ramón Saúl Sánchez, mencionado nuevamente ahora y al parecer pudiera ser una especie de cordón umbilical de Alazo Baró con el viejo terrorismo.

Una de las preguntas y advertencias que dejó el canciller  cubano como obligaciones del Gobierno de Estados Unidos fue «investigar a fondo, con precisión, cuáles son los vínculos, las conexiones de Alazo Baró con grupos e individuos, dentro de Estados Unidos, con una trayectoria conocida de manifestaciones de odio y de instigación a la violencia o, incluso, al terrorismo contra Cuba».

Alazo Baró, en Estados Unidos desde el año 2010, vivió en Miami, se asoció al centro religioso Doral Jesus Worship Center, de Miami Dade, donde se reúnen personas extremistas que favorecen la agresión, la hostilidad y la violencia contra Cuba y también contra Venezuela. Entre ellos está un amigo cercano que lo conoce y aprecia: Leandro Pérez, quien promueve en Facebook el magnicidio contra Raúl y Díaz-Canel y pide ayuda al terrorista Ramón Saúl Sánchez, en cuyo amplio pedigrí ocupan espacio organizaciones violentas del terrorismo de la CIA como la Organización para la Liberación de Cuba, Omega 7, CORU, Alpha 66, Frente Nacional de Liberación de Cuba, Jóvenes de la Estrella y Movimiento Democracia, y Cuba Independiente y Democrática.

Entonces, siga la flecha de quiénes son los terroristas, dónde están, cómo actúan, y cómo el Diablo los cría y los junta. Hay mucho más que contar de lo que en 60 años hemos visto los cubanos y cubanas que tenemos memoria…

Diez ejemplos de agresiones y actos terroristas de Estados Unidos contra Cuba (+ Infografía)

Muchas han sido las agresiones y actos terroristas que Estados Unidos ha realizado contra Cuba. Durante años las sucesivas administraciones norteamericanas han aumentado la política hostil y genocida hacia el pueblo cubano, lo que ha provocado innumerables daños económicos y pérdidas de vidas humanas. Acá te mostramos algunos ejemplos.

El triunfo de enero de 1959 y las concepciones y acciones del movimiento revolucionario cubano en favor de la sociedad, llevaron a Estados Unidos a adoptar medidas para presionar al naciente gobierno, no solo desde el punto de vista político, sino también económico y militar.

La creación de una guerrilla contrarrevolucionaria en la Sierra del Escambray constituyó uno de los primeros intentos de la CIA para derrocar a la Revolución, que se vio frustrado por la derrota que recibieron a mano de obreros y campesinos de la zona.

Uno de los principales problemas de la sociedad cubana, denunciado por Fidel Castro durante el juicio por el asalto al Cuartel Moncada, era el analfabetismo. Para erradicarlo, se llevó a cabo una campaña que, en un año, había conseguido su propósito. Los asesinatos de Manuel Ascunce y Conrado Benítez por parte de las bandas contrarrevolucionarias, no frenaron el desarrollo del proceso.

Las primeras acciones no cumplieron el objetivo de debilitar la triunfante Revolución, por lo que Estados Unidos dio un paso más allá en su afán. Las operaciones militares para diezmar la capacidad defensiva de Cuba y derrocar al gobierno no tardarían en llegar. El 4 de marzo de 1960 explotaba en puerto habanero el vapor «La Coubre», con un cargamento de armas procedente de Bélgica.

[Le invitamos a leer: Otro ejemplo de terrorismo contra Cuba: La Coubre]

[Puede leer además: Un acontecimiento abominable]

Al año siguiente, en relación con el ataque por Playa Girón, ocurre el 13 de abril el incendio de la tienda «El Encanto», donde muere Fe del Valle, además del bombardeo a aeropuertos el 15 de abril, como preludio de la invasión por la zona de la provincia de Matanzas.

Los intentos de disminuir el poderío de la fuerza aérea y terrestre cubana tenían como objetivo preparar el terreno para una invasión, la cual encontraría poca resistencia, y podía armar una cabeza de playa, formar un gobierno provisional para ser reconocidos por la Organización de Estados Americanos (OEA) y la comunidad internacional.

El 17 de abril de 1961, un grupo de invasores comenzó el ataque a Cuba por Playa Girón. En menos de 72 horas, las Milicias Nacionales Revolucionarias y el ejército cubano rechazaron al enemigo, lo que constituyó la primera derrota del imperialismo estadounidense en el continente americano.

En 1963, el gobierno norteamericano oficializó el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, una medida que sigue vigente hasta hoy, ocasionando pérdidas a la nación caribeña valoradas en 4 343 600 000 dólares, según el Informe de Cuba sobre la resolución 73/8 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, desvelado el 20 de septiembre de 2019 por el ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla.

[Vea aquí un repositorio de trabajos de JR sobre el bloqueo de EE.UU. contra Cuba]

En 1976, específicamente el 6 de octubre, destruyeron en pleno vuelo a la aeronave CU-455 de Cubana de Aviación, la cual se dirigía desde la isla de Barbados a la de Jamaica con destino a la capital cubana. Las 73 personas a bordo de la aeronave, un Douglas DC-8 de fabricación estadounidense, resultaron muertas en el hasta entonces peor ataque de este tipo en el hemisferio occidental y uno de los más brutales actos de terrorismo ejecutados por personas al servicio de la CIA en contra de la Revolución Cubana.

[Para ampliar el tema lea Veinticuatro rostros del crimen de Barbados]

[De igual forma puede leer El cordel del dolor]

[Diez trabajos de JR que te hablan más sobre el terrorista Posada Carriles]

Han sido comunes a los 60 años de Revolución, la guerra biológica de Estados Unidos, que ha introducido plagas que afectaron tanto cultivos y animales como a los habitantes de Cuba; y los intentos de asesinar a los líderes de la Revolución, en especial a Fidel Castro.

En 1981, se fundó la reaccionaria «Fundación Cubano-Americana», con el apoyo de la CIA, para ayudar en el derrocamiento del gobierno cubano. Al amparo del gobierno estadounidense, la organización ha apoyado a terroristas como Luis Posada Carriles, que declaró haber recibido apoyo por parte de esta para una serie de atentados a hoteles en La Habana a finales de la década de 1990.

El historial de acciones terroristas del gobierno de Estados Unidos contra Cuba, ya sea propias o usando a terceros, es muestra de la necesidad de eliminar la Revolución. A los casos explicados, no puede faltar añadir el secuestro de Elián González, ni el encarcelamiento de Los Cinco Héroes, liberados finalmente en 2014.

[Le invitamos a leer: Quién dijo que todo está perdido]

Las acciones, si bien ya no son tan directas como las de la época de la Guerra Fría o el Período Especial, continúan ocurriendo mediante presiones económicas y el financiamiento de una contrarrevolución interna para desestabilizar al gobierno, y a la creación de una opinión pública contraria a los ideales de la Revolución.

El país más terrorista que se autotitula luchador antiterrorista

Durante seis décadas Cuba ha sido blanco de todo tipo de terrorismo, desde atentados con bombas a aviones, hoteles y sus embajadas, intentos de asesinar a sus máximos dirigentes, ataques con armas de fuego a sus representaciones diplomáticas y oficinas en el exterior, hasta el bloqueo criminal que aún se le impone a pesar del rechazo unánime de la comunidad internacional.

Durante seis décadas Cuba ha sido blanco de todo tipo de terrorismo, desde atentados con bombas a aviones, hoteles y sus embajadas, intentos de asesinar a sus máximos dirigentes, ataques con armas de fuego a sus representaciones diplomáticas y oficinas en el exterior, hasta el bloqueo criminal que aún se le impone a pesar del rechazo unánime de la comunidad internacional.

Todos esos hechos violentos han sido orquestados y financiados desde territorio de EE.UU., cuyos regímenes se autoproclaman luchadores antiterroristas, e incluso se atreven a confeccionar una lista espuria de países patrocinadores del terrorismo, en la que desfachatadamente incluyen a la nación caribeña.

Un 6 de octubre, de 1976, miembros de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y connotados mercenarios pagados por Washington hicieron explotar con bombas un avión de Cubana de Aviación en pleno vuelo, cuando despegaba de Barbados con destino final a La Habana.

En ese abominable crimen perdieron la vida 73 personas inocentes, en su mayoría cubanos, incluido su joven equipo de esgrima, y sin embargo sus asesinos nunca fueron juzgados como merecían, merced la protección de sus patrones.

Hechos criminales similares se han perpetrado contra la isla antillana desde el triunfo de su Revolución, el 1 de enero de 1959, y no han cesado hasta nuestros días.

El más reciente de todos fue un ataque, en la madrugada del pasado 30 de abril, a la Embajada de Cuba en Washington, protagonizado por un ciudadano nombrado Alexander Alazo,quien disparó deliberadamente con una ametralladora Ak-47 contra la sede de la legación.

No obstante las continuas solicitudes de las autoridades de La Habana para que se esclarezca esa acción castrense y se juzgue como merece a su autor, la Casa Blanca mantiene absoluto silencio al respecto, lo que la hace cómplice una vez más del terrorismo que desde hace 60 años alimenta hacia Cuba.

La lista de acciones subversivas violentas desde y en territorio estadounidense contra la mayor de la Antillas es interminable.

Recordemos la fracasada invasión de mercenarios por Playa Girón (Bahía de Cochinos), en 1961, la explosión intencionada del barco La Coubre en el puerto habanero, en 1960, y los secuestros y ataques con artefactos explosivos a diplomáticos en varias capitales, que terminaron con la vida de cientos de cubanos.

No se pueden olvidar, entre tantos hechos criminales, los más de 600 intentos de asesinatos del líder histórico de su Revolución, Fidel Castro, y los atentados con bombas en hoteles y restaurantes de La Habana en 1997, con saldo de un joven italiano fallecido, numerosos heridos y grandes daños materiales.

A pesar de esa permanente agresividad alentada y pagada por Washington, Cuba ha cooperado en reiteradas ocasiones con EE.UU., en la lucha frente al terrorismo, y lo saben muy bien sus servicios especiales de inteligencia, entre ellos la CIA.

La nación caribeña siempre ha rechazado y condenado todas las formas de terrorismo, incluyendo el de Estado, y un ejemplo de ello fue el haber sido uno de los primeros países en hacerlo cuando el derribo de las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001.

En todos los escenarios internacionales ha reiterado además que el terrorismo sigue siendo un grave desafío para la comunidad internacional, y no podrá erradicarse mientras prevalezcan dobles raseros, manipulaciones, selectividad y oportunismos políticos para hacerle frente.

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«Si existiese una lista de los países patrocinadores de la solidaridad y de la vida, en primer lugar estaría Cuba»

 

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Cuba la mayor víctima del terrorismo yanqui en el mundo

 

 

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